domingo, 3 de abril de 2011


Frialdad y desánimo en elección congresal
Escribe: Wilson Pérez Iglesias

Un cartel que en medio de la multitud que recibía a Ollanta Humala en Juanjui que exigía a un líder local como candidato al congreso, cuando la lista de aspirantes de Gana Perú por San Martín estaba consumada y proclamada, refleja un sentimiento que subyace en la conciencia colectiva de esta provincia que, en esta oportunidad, no tiene ningún candidato procedente de Mariscal Cáceres en ninguna de las agrupaciones políticas que se disputan la presidencia y los 4 asientos que corresponden a San Martín en el congreso nacional. Desde 1990, hace veinte años, en que fue elegido diputado el Ing. Jeno Ruiz Reátegui de las filas de Acción Popular, ninguna agrupación política con posibilidades de ganar una elección presidencial o congresal ha tomado en cuenta a algún líder mariscalense; lo hicieron sí, en las elecciones del 2006, agrupaciones que, de antemano, sabían que no lograrían una ubicación expectante y, aunque suene grotesco o peyorativo, la inclusión de algunos líderes y lideresas fue para cumplir con los requisitos de número y género, a sabiendas cuáles serían los resultados.
Este hecho tiene como consecuencia una notoria frialdad y desinterés en el electorado con relación al voto para congresista, y a eso se agrega, las pugnas y disconformidades intestinas en los grupos que convocaron a elecciones internas o simularon hacerlo recurriendo al artificio de elección por delegados. Existe la sensación, no exenta de razón, que no se toma en cuenta a esta y otras provincias del sur por el menor volumen electoral que aportan, dejando en claro que más importante es ganar antes que contar con una auténtica representación que, aparte de preocuparse por los problemas nacionales, impulse iniciativas de gobierno para un gran espacio tradicionalmente olvidado y relegado. Más allá de las obras que se pregonan con entusiasmo y triunfalismo, existen realidades casi escondidas, que merecen ser tratadas con seriedad y prontitud como la que vive una porción de peruanos que viven en el Huallaga medio entre Campanilla y Tocache, convirtiendo al sector de El Valle y Sión en territorio olvidado y estigmatizado, al tratamiento que hay que dar al ubérrimo valle del Huayabamba y al patrimonio cultural de esta provincia que hasta hoy se ha tratado con simplismo e indiferencia.
Otro elemento que la población conoce es el elevado «costo» que algunas agrupaciones han exigido para el ingreso a la candidatura, sin considerar todavía los gastos de campaña; Esta condición, abre la posibilidad sólo a los que tienen dinero a acceder a un sitio, pero también, conspira contra la democracia real que permitiría tener auténticos representantes con imagen no elaborada por la publicidad, casi siempre engañosa y maquillada. Sin embargo, para no caer en la generalización, es pertinente decir que entre tanto postulante, los hay quiénes tienen méritos y capacidades suficientes, morales e intelectuales, para representar dignamente a esta población y que no terminarían con el estigma del fracaso y la desilusión como ahora se siente.
Finalmente, superando el desánimo, se siente una fuerte posición por decidirse por rostros nuevos, evitando la siempre cuestionada reelección, pues en medio del farragoso trajinar de las campañas, llenas de luces y ficciones, de ruegos y promesas, existe la leve esperanza de que alguien podría hacer mejor su papel de vocero y soporte de las exigencias de las comunidades que luchan por mejor educación, mejor servicio de salud, protección de su patrimonio natural y que esperan de sus gobernantes la firme decisión de manejar los recursos del estado como patrimonio de todos y no como propiedad particular. El hastío y rechazo por lo que se supone que elegir es dar un cheque en blanco al elegido, parece expresarse con fuerza en el sentimiento colectivo de nuestra gente. Ojalá que los elegidos no se olviden de eso •◘

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